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extinto blog La gata de Derrida: aquí
Presentación del blog
La gata de Derrida fue un blog que nació como una necesidad de aumentar las perspectivas en el debate sobre la cuestión animal, que para muchos es el debate político de nuestros tiempos. La filosofía no siempre ha sido contraria a los usos y las costumbres. De hecho, desde sus inicios podemos encontrar a dos modelos políticos: el de Aristóteles, conservador, que fundamenta las bases de la política, y el de su maestro Platón, que es utópico porque solo se encuentra en el mundo de las ideas.
Por suerte no toda la filosofía ha pecado del mismo inmovilismo. En la tradición anglosajona contemporánea, incluso antes de los años setenta, los filósofos moralistas de Oxford, entre ellos Peter Singer, han sido decisivos para empezar a considerar al animal como algo más que un objeto. No obstante, la tradición del viejo continente se ha mostrado más inmóvil ante el dolor de nuestros compañeros de cuatro patas. Y no será hasta los noventa en qué los franceses Élisabeth de Fontenay y Jacques Derrida no empezarán a dar voz a los animales. Además, aunque la tradición continental haya llegado tarde, no debe de menospreciarse.
Así pues, el propósito de este blog era abordar con rigor temas relativos a la animalidad, su ética y sus derechos ya fuera desde una perspectiva más analítica (el debate tradicional), tanto como desde una perspectiva más continental (la nueva incorporación) en la que se añadían postulados de la teoría crítica y del feminismo.
¿Por qué ese título?
El filósofo francés Jacques Derrida (1930 – 2004) habla constantemente de su gata en su libro póstumo El animal que luego estoy si(gui)endo. Aclara, en numerosas ocasiones, que se trata de su gata. No es una figura retórica como los gatos de Baudelaire, Buber ni Rilke, ni nada proveniente de la ficción, como el Gato de Cheshire, de Alícia en el país de las maravillas.
… el gato del que hablo es un gato real, verdaderamente, creedme, un gatito. No es una figura del gato. No entra en la habitación en silencio para alegorizar a todos los gatos de la tierra, los felinos que atraviesan las mitologías y las religiones, la literatura y las fábulas.
Jacques Derrida, El animal que luego estoy si(gui)endo (Madrid: Taurus, 1999),20.
Es un felino muy real, muy concreto, con el que comparte su tiempo y espacio, en definitiva, con el que se relaciona. Por lo tanto, tampoco es la gata de Montaigne, esa gata que quizá se divierte más jugando ella con él que él con ella. Aunque no es la gata de Montaigne es una de apreciada, porque Montaigne también tiren interés en seguir al animal, tal y como hace Derrida en su libro.
Mediante este relato, Derrida está deconstruyendo la idea errónea que la filosofía occidental, desde Aristóteles hasta Heidegger, pasando por Descartes, había atribuido al animal. No es ya tanto el hecho de considerarlo como una sustancia inferior, sin espíritu ni cualidades superiores, sino más bien el hecho de encerrarlo en una sustancia que no determina de ninguna manera como es el animal.
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